LA VARIANTE DE JACA Y EL CAMINO DE SANTIAGO

 Aportación de Mercedes Durán Espuny. Una visión feminista del Camino de Santiago afectado por la variante de Jaca.

El Camino de Santiago que atraviesa el Pirineo por Somport, que recoge a los peregrinos que vienen del sur de Francia y de Italia, que discurre por el valle del Aragón, el llamado Camino Francés, sigue amenazado por la Variante de Jaca que es un tramo que quiere unir las autovías A21 y A23 pasando inexplicablemente por la zona norte, la zona que posee el patrimonio natural, cultural y paisajístico por excelencia, el famoso Árbol o Banco de la Salud.
Esto ha ocasionado una fuerte oposición por parte de ciudadanos y visitantes de Jaca y una resistencia crítica.
Esta infraestructura, entre viaductos y rotondas pretende llenar el centro del Valle del Aragón ocupado también por numerosas especies animales, aves y mamíferos protegidos (milanos reales, halcón abejero, garzas, visón europeo y nutrias).
Para solucionar el conflicto la Administración proyectó un soterramiento del Camino de Santiago de 70 metros creando un problema más grave, preocupante, y de muy difícil solución.
Un soterramiento del camino crea graves problemas de seguridad para los peregrinos, y en especial a las mujeres, que con toda certeza trataran de evitar atravesarlo, por miedo y por prudencia, con lo cual se excluye a la mitad de la población. Precisamente en unos momentos en los que existe numerosa legislación para la igualdad efectiva entre hombres y mujeres.
Existe la obligación de elaborar informes de impacto de género en el sector urbano, para la planificación urbanística con perspectiva de género.
Los proyectos de disposiciones de carácter general y los planes de especial relevancia económica, social, cultural y artística que se sometan a la aprobación del Consejo de Ministros deberán incorporar un informe sobre su impacto por razones de género.
Y ya en Jaca en el pasado mes de junio, una concejala del Ayuntamiento, solicitó a través de su grupo parlamentario la adhesión del ayuntamiento de Jaca al programa de ONU Mujeres Ciudades Seguras Y Espacios Públicos Seguros.
Es imposible sustraerse, afortunadamente, a la contundencia de las normativas, pero se puede rectificar sabiamente como corresponde a este caso.
Si se analiza, podrían formularse algunas preguntas:  En que se beneficia la ciudad con esta enorme infraestructura, ¿existiendo ya una autovía? ¿Por qué sacrificar el valioso paisaje por una cuestión de tránsito de mercancías siendo Jaca una ciudad turística? ¿Por qué no se han buscado con interés alternativas sabiendo además que, con un nudo de carreteras en la zona norte, la ciudad pierde salubridad? ¿Por qué no se ha proyectado una circunvalación con el desdoblamiento preciso en la zona natural de unión de los tramos? ¿A quién beneficia en definitiva la construcción de estas megaobras?
Porque todos perderemos, además, algo de carácter inmaterial que es más difícil de compensar.
Dónde quedará el recuerdo de aquel penitente, monje italiano que vino de Asís por Somport y antes de incorporarse a Puente la Reina y Sangüesa cerca de Jaca, descansaba debajo de robles junto a una fuente de piedra y un manantial que todavía existen en el Valle. Esta leyenda que recibimos tenemos derecho a transmitirla.
Para proteger estos legados no existe legislación posible. Así mueren las leyendas y los lugares van perdiendo su magia y la ocupación del paisaje también minando su contenido.
Y será preciso esperar siglos para que surjan otros nuevos y la batalla entre el egoísmo material y el poso espiritual y mágico seguirán mientras no reflexionemos antes de abordar empresas descomunales por inexplicables y ocultos intereses.